[Anticapitalismo] ¿El Banco de España o el FMI español? (Basilio Pozo-Durán)


          Días antes de la nacionalización de las pérdidas de la CAM (Caja de Ahorros del Mediterráneo), las empresas de propaganda capitalista reproducían las palabras de Miguel Ángel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España (BdE), afirmando con rotundidad que ninguna entidad bancaria española tenía problemas de financiación. Eso dijo el viernes 15 de julio y la nacionalización de las pérdidas de la CAM tuvo lugar el sábado 23 de julio, cuando pasó a ser administrada por el fondo de nacionalización de pérdidas para la posterior privatización de beneficios, el denominado FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria). Lo ocurrido ya sucedió con otras entidades como Cajasur y CCM (Caja Castilla - La Mancha), que fueron sometidas al mismo proceso de nacionalización de pérdidas a través de la inyección de dinero del bolsillo de las contribuyentes para, una vez estuvieran listas para lograr beneficios, subastarlas a la banca privada.

          El BdE es una institución del Estado cuyo cometido es el de velar por las buenas prácticas bancarias, asegurando la transparencia y el rigor en las cuentas de las entidades y protegiendo a las usuarias ante cualquier abuso. Sin embargo, desde que perdió parte de sus competencias (entre ellas, la de devaluar la moneda estatal, la antigua peseta) en beneficio de las instituciones de la UE, el BdE se ha convertido, cada vez con mayor devoción, a la fe del neoliberalismo.

          Su papel en la reestructuración de las entidades bancarias en el Estado español no ha sido otro que el de garantizar el aumento de los beneficios del sector y su concentración en menos manos, mientras hacía oídos sordos a las denuncias de

presuntos fraudes bancarios que le llegaban a través de particulares, asociaciones de usuarias, incluso de instituciones del Estado. En el caso de la CAM, desatendió deliberadamente las denuncias y peticiones de información dirigidas por abogadas desde 2007, quienes para nada veían como algo normal las concesiones crediticias a bajísimo coste que la entidad concedió a miembros de su directiva, o las ventas de bienes inmobiliarios a precios descaradamente bajos. Ante cada uno de esos requirimientos, respondía que se daba por informado pero que las actuaciones que en consecuencia tomaría o dejaría de tomar eran cuestión reservada. La institución entendía que no estaba obligada a informar de dichas prácticas sospechosas y se dedicó por el contrario a garantizar el ocultismo de esas operaciones.

          Hasta una semana antes de la nacionalización de sus pérdidas, el BdE estuvo sosteniendo públicamente la salud de las cuentas de la CAM, en claro paralelismo con lo que el FMI (Fondo Monetario Internacional) y sus asesoras hicieron hasta días antes de producirse la quiebra de Lehman Brothers, momento en que se inicia la actual fase de extensión e imposición de la ortodoxia capitalista neoliberal en las cuentas públicas, en los presupuestos que aprueban los parlamentos soberanos en los llamados Estados del bienestar.

          Por todo eso, es hora de rebelarnos contra la manipulación del lenguaje y contribuir a que éste sea un modo de descripción de la realidad y no de su enmascaramiento. El nombre de esta institución debe ser FMI español y no Banco de España.


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